A FINES DEL AÑO PASADO, la escuela de periodismo deportivo DeporTEA homenajeó al fútbol juvenil argentino entregando distinciones a los maestros de inferiores. También dieron el presente jugadores que se consagraron campeones mundiales juveniles en distintas épocas. Muchos de ellos fueron los encargados de entregar las estatuillas a sus maestros. En Medio de los agasajos, cuando el homenajeado era Adolfo Pedernera, sorprendió que Andrés D'Alessandro subiera al escenario sin que se lo llamara y le dedicara unas palabras a Yamile, la mujer de Don Adolfo. "La verdad es que me agarraron de sorpresa -destaca Andrés-, yo ni sabía que iba a ir la mujer de Pedernera, por eso apenas la vi quise subir para contar todo lo que me había dado Adolfo cuando era chico y también ella, una mujer espectacular. Tuve la suerte de estar en las infantiles de River con ese hombre, que nos venía a hablar a los pibes muy seguido. Para mí significó mucho, porque venía, te hablaba, te decía que nosotros sólo teníamos que pensar en jugar, que nunca lo hiciéramos sin perder la alegría, cosas que nunca voy a olvidar, que quedan. Eran cosas sencillas pero cuando sos muy chico, y yo tendría unos ocho años, necesitás que te las diga alguien. Más si no jugás nunca, como me pasaba a mí. Y mucho más si el que te lo dice es Adolfo Pedernera, del que hablan todos, desde mi viejo hasta mi abuelo, todos. en esa época, Adolfo sacó un libro y tuve la suerte de salir en una foto en la contratapa". En la mirada atenta de Andrés a don Adolfo se puede comenzar a entender el éxito de una escuela que se mantiene inalterable: la riverplatense. El maestro formado en la casa, que conoce a fondo la filosofía del club y también fue crack, y que luego se la transmite a los futuros talentos, que algún día regresarán al club para volcar lo que saben. Pasó con Pedernera, con Carlos Peucelle, con Renato Cesarini, con el brasileño Delem.

Continuando con las emociones fuertes, al Cabezón se le iluminan los ojos cuando revive el instante en que tuvo su primer contacto en persona con Maradona, bastante después de que el Diez lo elogiara públicamente: "Vino y me dio un abrazo. Me quedé duro, yo no lo podía creer. Me dio algunos consejos, contó anécdotas y me regaló un par de cosas. La verdad, al Diego es para sentarse, escucharlo y mirarlo, para no abrir la boca".